Para algunos investigadores la historia de Estudios Culturales y el proyecto que estos representan pueden definirse en dos periodos bien definidos antes y después de su acercamiento a la teoría de Althusser. En la década en que R. Hoggart desempeño el cargo de director el Centro de Estudios Culturales tuvo una relación ambigua con el marxismo, pues el interés de Hoggar por el marxismo no estaba marcado por una ideología. Si embargo en los escritos de R. Williams esto es totalmente diferente, por que él si estuvo influenciado por el marxismo, sin embargo su acercamiento a la teoría marxista estuvo marcado por un desapego crítico.
William pensaba que la cultura en el marxismo operaba como un concepto doblemente reducido, pues la convertía en un reflejo distorsionado de la infraestructura económica, como también este la limitaba a las manifestaciones de la cultura letrada, lo que William llamaba arte, filosofía, literatura. El interés de Williams dentro de su teoría de la cultura era ver a esta como la experiencia vivida por las clases trabajadoras y no como un producto simbólico de las elites. Y esto es uno de los puntos centrales de los Estudios Culturales comprender la cultura como una expresión orgánica de formas de vida y valores comunes que no pueden ser reducidas a fenómenos de las relaciones económicas.
William rechazó al determinismo económico y todo visón o interpretación súper-estructuralista de la cultura. “Por eso que Williams convierte estas cuestiones en el zócalo de su proyecto de materialismo cultural, lo que suele confundirse con la noción marxista tradicional de por su acción económica es la producción directa de lo político, cuando toda clase gobernante dedica una parte significativa de producción material a la instauración de un orden político. Tanto el orden social y político que sostiene un mercado capitalista como las luchas sociales y políticas que este último engendra, son, necesariamente, producción material.[1]
La genialidad de la teoría de Williams se origina en que constituyó sus investigaciones desde un punto de análisis marxista aunque para algunos culturalista. El autor fue muy consecuente de las discrepancias de la cultura en los procesos históricos y de cambio social. El trabajo teórico que nos interesa comentar es su mirada analítica sobre la organización de la cultura en su relación con el desarrollo de las fuerzas productivas y su relación con el concepto de ideología.
Es interesante que Raymond Williams parta de la deducción de que la cultura es una construcción individual y colectiva de significados, de formas de sentir y de actuar, circunscritas en instituciones sociales determinadas por circunstancias materiales estipuladas. “Así pues, la producción cultural es una manifestación espiritual condicionada por un sustento material, es una producción individual a la vez que el resultado de la interacción social de individuos históricamente constituidos”[2]
En su análisis Williams nos deja ver una distinción de los medios de producción material y los medios de producción cultural, Williams distingue las relaciones entre los medios materiales y los formas sociales en que se utilizan, y las relaciones entre estos medios materiales y formas sociales y las formas específicas que constituyen una producción cultural.
Por tanto Raymond Williams considera los conceptos de base y superestructura como anacrónicos para una teoría social asentada en el materialismo histórico. Para Williams la crítica de Marx al idealismo era precisamente señalar la falsedad de la disociación de las esferas del pensamiento y la actividad. Lo que una teoría marxista debería ilustrar no es la indefinida relación base--superestructura, sino las relaciones de determinación entre las practicas históricas. “Los analistas ortodoxos comenzaron a pensar en “la base” y en “la superestructura” como si fueran entidades concretas separables. Con esta perspectiva perdieron de vista los verdaderos procesos—no relaciones abstractas, sino los procesos constitutivos—cuya acentuación debió haber sido función especial del materialismo histórico.”[3]
Su obra presenta un restablecimiento de la historia social de la producción de la cultura para instaurar un análisis y una critica a la condición burguesa de literatura como también a las categorías históricamente mancomunadas con su especialización, Williams en este punto se refiere a la estética, la tradición nacional e imaginación creativa. Según su teoría manejar una clara comprensión de la naturaleza de las fuerzas productivas así como de la literatura, es de mucha importancia porque ambas, se originan en los mismo principios que subyacen a las categorías dominantes de las formaciones sociales burguesas.
“Uno de los signos que revelan el éxito de una categorización de la literatura es que incluso el marxismo ha manifestado poco ímpetu contra ella (...) Por lo tanto, el desafió radical del énfasis puesto sobre la conciencia practica jamás superó las categorías de la “literatura” y la “estética”, y, en este campo, siempre existieron dudas en cuanto a la aplicación practica de las proposiciones que se declaraban fundamentales y decisivas en prácticamente todos los demás sitios”[4]
“No obstante, la fractura teórica fundamental se produce por el reconocimiento de la literatura como una categoría social e histórica especializante.(...) No es en absoluto sorprendente que el concepto especializado de literatura desarrollado en precisas formas de correspondencia con una clase social particular, una particular organización del saber y la apropiada tecnología particular de impresión, sea invocado actualmente con tanta frecuencia y con un mal humor de índole retrospectiva, nostálgica o reaccionaria como una forma de oposición a lo que es correctamente comprendido como una nueva fase de civilización.”[5]
De manera que en sus análisis, el autor piensa que considerar la noción de literatura, como una forma superestructural y determinada por la base, constituye una noción reduccionista de las fuerzas productivas. De esta manera aparece como prioritario recobrar el sentido amplio de las fuerzas productivas en cual envuelve a todas las características históricas del lenguaje en tanto unidades invariables del proceso de reproducción de la vida real.
Williams percibe que en el proceso de alineación del trabajo en la producción capitalista existe una relación, con la visión reduccionista de las fuerzas productivas, como con la idealización y especialización a la que fue reducida la literatura. Por lo tanto estas categorías, arte y estética, serian el resultado de una historia social de la producción cultural. Sin embargo, Wiliams nos señala que una autentica teoría literaria debe corresponder a una teoría cultural general. Porque al registrar las relaciones que la literatura a partir de la percepción de las estructuras de sentimiento ejecuta en sus modos de distribución semántica, no aprueba fundar una teoría literaria emancipada, de una teoría cultural.
En su libro Williams cuando discute sobre el concepto de ideología lo hace dentro de una problematización sobre la definición del concepto de ciencia. Es gráfica la aclaración con respecto de la traducción del término ciencia.” El difícil concepto de “ciencia”. Debemos informarnos en primera instancia de un problema de traducción. El término alemán Wissenschaft, como el francés science, tiene un significado mucho más amplio del que ha tenido desde principios del siglo XIX el vocablo inglés science (ciencia). En un sentido amplio se refiere al área del “conocimiento sistemático” o del “saber organizado”. En inglés este término ha estado muy restringido al tipo de conocimiento basado en la observación del “mundo real” (al principio, y todavía es vigente, dentro de las categorías del “hombre” y “el mundo”) y a la significativa distinción (e incluso oposición) entre las palabras experiencia y experimento, que primeramente habían sido intercambiables, captando esta última en el curso del desarrollo nuevos sentidos de empírica y positiva. Por lo tanto, resulta sumamente difícil para cualquier lector inglés comprender la frase traducida de Marx y Engels —“la ciencia positiva, verdadera”— en otro sentido que no sea este sentido especializado.[6] En este último significado del término es para el autor el resultado de un proceso histórico de especialización de la categoría ciencia.
En este análisis interpreta la ideología en términos marxista, en un segmento constituido por la filosofía y la especulación, como sistemas de ideas que se establecen en la disociación de la conciencia y el pensamiento del proceso social material. Por tanto la diferenciación entre ciencia e ideología, muestra los conceptos y los puntos habitualmente admitidos que deben ser evidentemente revelados para advertir la distensión de un conocimiento equivalente y minucioso de lo social.
Según Williams si pensamos a la ideología como tarea distanciada, la tarea científica residirá en desocultar las relaciones materiales dominantes que subyacen a las ideas autoritarias, a partir de la declaración medular de que la conciencia es constitutiva del proceso social material y no algo que puede ser aislado del mismo.
Según Raymond Williams: “El concepto de “ideología” no se origina en el marxismo ni en modo alguno está confinado a él. Sin embargo, existe evidentemente un concepto importante en casi todo el pensamiento marxista sobre la cultura y especialmente sobre la literatura y las ideas. La dificultad consiste entonces en que debemos distinguir tres versiones habituales del concepto, que aparecen corrientemente en los escritos marxistas. Estas versiones son, claramente:
a) Un sistema de creencias característico de un grupo o una clase particular.
b) Un sistema de creencias ilusorias —ideas falsas o falsa conciencia— que puede ser contrastado con el conocimiento verdadero o científico.
c) El proceso general de la producción de significados e ideas.”[7]
Sin embargo Williams resiste contrastar la ideología como falsa conciencia, en contradicción al conocimiento positivo, precisándola como las creencias formales y conscientes de una clase o de un grupo social. Esto le permite indicar a la producción cultural con las clases sociales, añadiéndole a está explicación de ideología, los sentimientos, formas y ficciones que marcan de manera diversificada, la cultura de una clase o de un grupo. A partir de esto plantea una intensificación conceptual hacia el espacio de la producción cultural debido a la naturaleza de sus formas, no es exclusivamente la expresión de creencias formales y conscientes, como las leyes, sino también, la poesía, ficción y el drama. Negando concluyentemente que aquellos sistemas de creencias sean el comienzo de toda producción cultural.
Para el autor el concepto de ideología, desde sus iniciaciones poseyó la tendencia a circunscribir los procesos de significado a la condición de ideas o teorías formadas. Según Williams las relaciones prácticas que se hallan entre las ideas y las teorías y la producción de la vida real, se delimitan todos dentro de un proceso de significación social y material, siendo incuestionable la necesidad de una representación general que emplace el acento sobre la significación como proceso social fundamental.
De manera que, decir que toda práctica y comprensión cultural es ideológica, no quiere indicar que toda práctica y comprensión es significante. Por eso para Williams es dispar e inexacto, describir toda producción cultural como ideología, porque se cae en el riesgo de omitir o prescindir, del conjunto de procesos productivos existentes e ininteligibles a través de los cuales una cultura y una ideología son en si mismas producidas. Por tanto los estudios culturales deben concentrarse en el análisis de las culturas populares, describiendo cuál es la sensibilidad particular que atraviesan todas sus estructuras sociales.
William pensaba que la cultura en el marxismo operaba como un concepto doblemente reducido, pues la convertía en un reflejo distorsionado de la infraestructura económica, como también este la limitaba a las manifestaciones de la cultura letrada, lo que William llamaba arte, filosofía, literatura. El interés de Williams dentro de su teoría de la cultura era ver a esta como la experiencia vivida por las clases trabajadoras y no como un producto simbólico de las elites. Y esto es uno de los puntos centrales de los Estudios Culturales comprender la cultura como una expresión orgánica de formas de vida y valores comunes que no pueden ser reducidas a fenómenos de las relaciones económicas.
William rechazó al determinismo económico y todo visón o interpretación súper-estructuralista de la cultura. “Por eso que Williams convierte estas cuestiones en el zócalo de su proyecto de materialismo cultural, lo que suele confundirse con la noción marxista tradicional de por su acción económica es la producción directa de lo político, cuando toda clase gobernante dedica una parte significativa de producción material a la instauración de un orden político. Tanto el orden social y político que sostiene un mercado capitalista como las luchas sociales y políticas que este último engendra, son, necesariamente, producción material.[1]
La genialidad de la teoría de Williams se origina en que constituyó sus investigaciones desde un punto de análisis marxista aunque para algunos culturalista. El autor fue muy consecuente de las discrepancias de la cultura en los procesos históricos y de cambio social. El trabajo teórico que nos interesa comentar es su mirada analítica sobre la organización de la cultura en su relación con el desarrollo de las fuerzas productivas y su relación con el concepto de ideología.
Es interesante que Raymond Williams parta de la deducción de que la cultura es una construcción individual y colectiva de significados, de formas de sentir y de actuar, circunscritas en instituciones sociales determinadas por circunstancias materiales estipuladas. “Así pues, la producción cultural es una manifestación espiritual condicionada por un sustento material, es una producción individual a la vez que el resultado de la interacción social de individuos históricamente constituidos”[2]
En su análisis Williams nos deja ver una distinción de los medios de producción material y los medios de producción cultural, Williams distingue las relaciones entre los medios materiales y los formas sociales en que se utilizan, y las relaciones entre estos medios materiales y formas sociales y las formas específicas que constituyen una producción cultural.
Por tanto Raymond Williams considera los conceptos de base y superestructura como anacrónicos para una teoría social asentada en el materialismo histórico. Para Williams la crítica de Marx al idealismo era precisamente señalar la falsedad de la disociación de las esferas del pensamiento y la actividad. Lo que una teoría marxista debería ilustrar no es la indefinida relación base--superestructura, sino las relaciones de determinación entre las practicas históricas. “Los analistas ortodoxos comenzaron a pensar en “la base” y en “la superestructura” como si fueran entidades concretas separables. Con esta perspectiva perdieron de vista los verdaderos procesos—no relaciones abstractas, sino los procesos constitutivos—cuya acentuación debió haber sido función especial del materialismo histórico.”[3]
Su obra presenta un restablecimiento de la historia social de la producción de la cultura para instaurar un análisis y una critica a la condición burguesa de literatura como también a las categorías históricamente mancomunadas con su especialización, Williams en este punto se refiere a la estética, la tradición nacional e imaginación creativa. Según su teoría manejar una clara comprensión de la naturaleza de las fuerzas productivas así como de la literatura, es de mucha importancia porque ambas, se originan en los mismo principios que subyacen a las categorías dominantes de las formaciones sociales burguesas.
“Uno de los signos que revelan el éxito de una categorización de la literatura es que incluso el marxismo ha manifestado poco ímpetu contra ella (...) Por lo tanto, el desafió radical del énfasis puesto sobre la conciencia practica jamás superó las categorías de la “literatura” y la “estética”, y, en este campo, siempre existieron dudas en cuanto a la aplicación practica de las proposiciones que se declaraban fundamentales y decisivas en prácticamente todos los demás sitios”[4]
“No obstante, la fractura teórica fundamental se produce por el reconocimiento de la literatura como una categoría social e histórica especializante.(...) No es en absoluto sorprendente que el concepto especializado de literatura desarrollado en precisas formas de correspondencia con una clase social particular, una particular organización del saber y la apropiada tecnología particular de impresión, sea invocado actualmente con tanta frecuencia y con un mal humor de índole retrospectiva, nostálgica o reaccionaria como una forma de oposición a lo que es correctamente comprendido como una nueva fase de civilización.”[5]
De manera que en sus análisis, el autor piensa que considerar la noción de literatura, como una forma superestructural y determinada por la base, constituye una noción reduccionista de las fuerzas productivas. De esta manera aparece como prioritario recobrar el sentido amplio de las fuerzas productivas en cual envuelve a todas las características históricas del lenguaje en tanto unidades invariables del proceso de reproducción de la vida real.
Williams percibe que en el proceso de alineación del trabajo en la producción capitalista existe una relación, con la visión reduccionista de las fuerzas productivas, como con la idealización y especialización a la que fue reducida la literatura. Por lo tanto estas categorías, arte y estética, serian el resultado de una historia social de la producción cultural. Sin embargo, Wiliams nos señala que una autentica teoría literaria debe corresponder a una teoría cultural general. Porque al registrar las relaciones que la literatura a partir de la percepción de las estructuras de sentimiento ejecuta en sus modos de distribución semántica, no aprueba fundar una teoría literaria emancipada, de una teoría cultural.
En su libro Williams cuando discute sobre el concepto de ideología lo hace dentro de una problematización sobre la definición del concepto de ciencia. Es gráfica la aclaración con respecto de la traducción del término ciencia.” El difícil concepto de “ciencia”. Debemos informarnos en primera instancia de un problema de traducción. El término alemán Wissenschaft, como el francés science, tiene un significado mucho más amplio del que ha tenido desde principios del siglo XIX el vocablo inglés science (ciencia). En un sentido amplio se refiere al área del “conocimiento sistemático” o del “saber organizado”. En inglés este término ha estado muy restringido al tipo de conocimiento basado en la observación del “mundo real” (al principio, y todavía es vigente, dentro de las categorías del “hombre” y “el mundo”) y a la significativa distinción (e incluso oposición) entre las palabras experiencia y experimento, que primeramente habían sido intercambiables, captando esta última en el curso del desarrollo nuevos sentidos de empírica y positiva. Por lo tanto, resulta sumamente difícil para cualquier lector inglés comprender la frase traducida de Marx y Engels —“la ciencia positiva, verdadera”— en otro sentido que no sea este sentido especializado.[6] En este último significado del término es para el autor el resultado de un proceso histórico de especialización de la categoría ciencia.
En este análisis interpreta la ideología en términos marxista, en un segmento constituido por la filosofía y la especulación, como sistemas de ideas que se establecen en la disociación de la conciencia y el pensamiento del proceso social material. Por tanto la diferenciación entre ciencia e ideología, muestra los conceptos y los puntos habitualmente admitidos que deben ser evidentemente revelados para advertir la distensión de un conocimiento equivalente y minucioso de lo social.
Según Williams si pensamos a la ideología como tarea distanciada, la tarea científica residirá en desocultar las relaciones materiales dominantes que subyacen a las ideas autoritarias, a partir de la declaración medular de que la conciencia es constitutiva del proceso social material y no algo que puede ser aislado del mismo.
Según Raymond Williams: “El concepto de “ideología” no se origina en el marxismo ni en modo alguno está confinado a él. Sin embargo, existe evidentemente un concepto importante en casi todo el pensamiento marxista sobre la cultura y especialmente sobre la literatura y las ideas. La dificultad consiste entonces en que debemos distinguir tres versiones habituales del concepto, que aparecen corrientemente en los escritos marxistas. Estas versiones son, claramente:
a) Un sistema de creencias característico de un grupo o una clase particular.
b) Un sistema de creencias ilusorias —ideas falsas o falsa conciencia— que puede ser contrastado con el conocimiento verdadero o científico.
c) El proceso general de la producción de significados e ideas.”[7]
Sin embargo Williams resiste contrastar la ideología como falsa conciencia, en contradicción al conocimiento positivo, precisándola como las creencias formales y conscientes de una clase o de un grupo social. Esto le permite indicar a la producción cultural con las clases sociales, añadiéndole a está explicación de ideología, los sentimientos, formas y ficciones que marcan de manera diversificada, la cultura de una clase o de un grupo. A partir de esto plantea una intensificación conceptual hacia el espacio de la producción cultural debido a la naturaleza de sus formas, no es exclusivamente la expresión de creencias formales y conscientes, como las leyes, sino también, la poesía, ficción y el drama. Negando concluyentemente que aquellos sistemas de creencias sean el comienzo de toda producción cultural.
Para el autor el concepto de ideología, desde sus iniciaciones poseyó la tendencia a circunscribir los procesos de significado a la condición de ideas o teorías formadas. Según Williams las relaciones prácticas que se hallan entre las ideas y las teorías y la producción de la vida real, se delimitan todos dentro de un proceso de significación social y material, siendo incuestionable la necesidad de una representación general que emplace el acento sobre la significación como proceso social fundamental.
De manera que, decir que toda práctica y comprensión cultural es ideológica, no quiere indicar que toda práctica y comprensión es significante. Por eso para Williams es dispar e inexacto, describir toda producción cultural como ideología, porque se cae en el riesgo de omitir o prescindir, del conjunto de procesos productivos existentes e ininteligibles a través de los cuales una cultura y una ideología son en si mismas producidas. Por tanto los estudios culturales deben concentrarse en el análisis de las culturas populares, describiendo cuál es la sensibilidad particular que atraviesan todas sus estructuras sociales.
[1] Mattelart Armand, Neveu Eric,“Introducción a los estudios culturales”, Ed. Paidós, Barcelona,2004, Pág. 65
[2] Andreu Coll Blackwell, Recordando a Raymond Williams en el décimo aniversario de su muerte. Universidad Autónoma de Barcelona, sin edición, 1997.
[3] Williams, Raymond, “Marxismo y Literatura”, Barcelona, España, Ediciones Península, 1980, Pág. 280
[4] Ibidem, Pág. 261
[5] Williams, Raymond , op. cit. 262
[6] Williams, Raymond , op. cit. 269
[7] Williams, Raymond , op. cit. 263
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